Adiós a mi pelísimo

Pues no se está tan mal en Madrid, la verdad es que se puede vivir bien, voy al parque, me doy unos paseíllos todos los días, salimos a dar una vueltecilla de cuando en cuando y hacemos cosas entretenidas. Ahora estoy yendo los miércoles al centro de salud con mamá, que le están dando clases de masajes y me está gustando esto, no es que sea una profesional pero no se le da del todo mal, me da unos masajitos que están agradables, incluso me quedo un poquillo traspuesta. La verdad es que me estoy pegando una vidorra que ya la quisieran muchos, me tienen todo el día en brazos y no paran de hacerme moñadas. Y eso cuando estoy sola con mis padres, que cuando tenemos visita ya es una cosa bárbara, ahí sí que ya es increíble.
El otro día estuve en el Memorial, fue mi primera carrera y no estuvo mal la verdad, me dieron un montón de caramelos que se comió el ceporro de mi padre, y la peli de "La isla de Furby". ¡Jo! Que emoción. Lo único que no me salió tan bien fue que a mi papi le metieron en la cabeza la idea de raparme el pelo, y no creáis que se lo pensó demasiado, en cuanto llegó a casa trincó la máquina con la que se lo corta él, y mientras me sujetaba Tamara (gracias madrina por esto, siempre te estaré agradecida) pues me dejaron bolita de billar. En realidad me queda genial, estoy más guapa que antes si se puede, ya sé que no lo creéis porque es imposible que sea más guapa aún, pero de verdad que sí. En fin, lo dicho, que en cosa de cinco minutillos me dejaron más pelada que un huevo frito.